No todo déficit es malo, dicen los textos de economía, pero si los mayores gastos se orientan a la formación de capital, tanto para variar la infraestructura básica y productiva, así como para mejorar el perfil profesional y técnica de los actores directos de la gestión administrativa, entonces se define como una inversión que va reportar beneficios en los niveles de producción y elevar el estándar social de la población. Pero si los mayores gastos se realizan para ejecutar obras de menor impacto, de mala calidad o para elevar considerablemente los gastos corrientes, entonces el déficit si va generar problemas. El gasto irresponsable, por el solo hecho de tener mayor cantidad de recursos financieros, trae consigo consecuencias en la economía, que mas temprano que tarde tendrá un efecto en la sociedad, ya sea a través del aumento del desempleo o la incapacidad de la economía de interconectarse y adaptarse a los procesos productivos.

En estos dos últimos años (2007-2008) la Región Loreto genero, increíblemente, superávit y que contablemente se le conoce como Saldo de Balance Positivo. Este superávit, saldo de balance o los menores gastos e inversión en comparación de los ingresos generados, en un sistema económico como la nuestra, donde el déficit de infraestructura básica y económica es enorme y en donde la desigualdad es, a todas luces, notoria, se le conoce como Incapacidad de Gasto: la planificación ordenada se encuentra muy lejos de la racionalidad del gasto y en las decisiones de elección, entre distintas alternativas de inversión, en donde se privilegia las poses políticas con rédito a corto plazo, antes que los beneficios futuros de empleo productivo.
En estos últimos se ha configurado un esquema errado de desarrollo económico y social basado en la filosofía de Autonomía Regional y Región Productiva, donde el actor principal, como beneficiario de su acción radica en él y solamente en él, dejando a las masas, como bien decía Ortega y Gasset, sumergido en su propia indecisión. Esto implica claramente que las malas decisiones o decisiones personalistas influye directamente en la sociedad, entendida como un conjunto de personas razoblemente actuando en función de algo, en función del desarrollo colectivo.
Pero la crisis, precisamente, no se encuentra en los fondos públicos ni en las partidas presupuestales; la crisis se encuentra en el factor humano y en su incapacidad de visualizar, en el tiempo, las condiciones de una relación entre el campo y la ciudad; entre los recursos naturales y su potencial con los factores de producción y, en la capacidad del hombre de mimetizar su accionar con el medio ambiente.
Y eso es justamente lo que nos falta: potenciar al factor humano y reactivar su ánimo para que progrese, de acuerdo a una escala de metas y de valores, para que junto a él y, progresivamente, las relaciones y los términos de intercambio puedan generar movilidad de recursos físicos transables y de esta manera movilizar dinero de ida y vuelta; es decir, que la movilidad de recursos físicos y monetarios pueda limitar la descapitalización del campo, entendida ésta como el valor del producto que suministra el campo a la ciudad son enormemente desiguales y que el recurso humano joven se esta desplazando hacia las ciudades o centros poblados que muestre algún proceso de desarrollo urbano.
Cuando realizamos una inversión de más de 20 millones de nuevos soles para remodelar un estadio o transportar productos de las zonas rurales a la ciudad, son igualmente perjudiciales; primero, porque no racionalizas inversión en el entendido de distribuir y desplazar infraestructura física al interior de la región; y segundo, porque cuando el flete sigue siendo mayor al valor del producto agrario, entonces estas subsidiando a la ciudad y precarizando al campo. A esto se le conoce como perversidad económica: cuando el mayor crecimiento generar mayor desigualdad.

La Región Productiva, tiene que tener sus propios términos conceptuales. Así, si producimos bienes y transas en un mercado relativamente pequeño (escasa capacidad de compra), y con productos agrarios de mala calidad, entonces los cotos logísticos seguirán siendo altos y el campo seguirá subsidiando a la ciudad y restringiendo la movilidad del dinero. De igual manera, cuando planificamos y dotamos recursos financieros al campo vía créditos sin antes saber exactamente que te pide el mercado, en que condiciones y cuanto requiere para su satisfacción; y peor aún, cuando la producción se dispersa, la recuperabilidad de los préstamos se vuelve costosa y con un alto índice de morosidad que casi nunca se recupera. En ves de dotarles de recursos para aliviar sus preocupaciones y tensiones, lo están alimentando con mayores problemas a un sector social, como es el campo, que nunca manejo disciplinalmente créditos y que les acostumbraron a vivir de los apoyos y regalos y que actualmente se encuentra en su subconsciente que los recursos del canon petrolero es de todos y que por su propia naturalidad les pertenece.
La Región Productiva tiene que dar un viraje fuerte apuntando a fortalecer dos pilares básicos: la organización de la población y la organización de la producción. En lo primero, se tiene que tener tres elementos: comunicación, armonía y coordinación; en lo segundo, la zonificación y el aporte de la mano de obra calificada es el binomio que va generar rentabilidad del campo. Este tipo de organización va generar un producto o varios productos en la cuantía, calidad, oportunidad y costos que el mercado, finalmente, esta solicitando. Entonces, si no existe mercado o ella es insuficiente, para quien producir?, para qué empeñar producción si no sabes a quien vas a vender?, para garantizar crédito cuando se conoce que en las actuales condiciones es imposible honrar compromisos financieros?.
En época de crisis financiera y donde la producción decae por falta de disponible de las familias, se vuelve oportuno e ideal revaluar nuestros activos productivos y organizar la producción en función de una estrecha relación y armonía entre nuestros recursos y sus potencialidades, no solamente para generar empleo productivo sino para asegurar la tan ansiada seguridad alimentaria.
Otra de las oportunidades que debemos aprovechar es proteger a nuestra delicada y frágil industria regional, que en toda su historia se ha visto fuertemente golpeada por la mala aplicación del Convenio de Cooperación Aduanera Peruano Colombiano y el Reintegro Tributario, que golpearon fuertemente a las iniciativas empresariales de producción y alimentaron al comercio.
Aprovechando que la Región Loreto tiene Reintegro Tributario (que vence el 31/12/2010), se facilita la solicitud y aprobación de las Constancias de Capacidad Productiva y Cobertura de Consumo Regional para todas aquellas empresas que producen y procesan materias primas e insumos locales, y así evitar que los comerciantes de la zona puedan obtener el beneficio del reintegro de los bienes similares o sustitutos que se producen en otras regiones.
En la región Loreto existe una sola empresa que tiene esta distinción, y es la empresa Embotelladora la Selva para su producto de bebidas gaseosas jarabeadas y no jarabeadas. Seria interesante que este sistema de protección a nuestra industria se expanda y que las empresas de nuestra región puedan obtener este beneficio. Se encuentra en las manos del Gobierno Regional de Loreto para que su tan promocionada Región Productiva al menos camine por el sendero de la realidad.